Para prepar un buen libro se necesita un autor creativo, este ingrediente, aunque dificilísmo de encontrar en los supermercados, resulta de suma importancia y es por lo tanto, imprescindible. Si, como en este caso, disponemos de más de uno, podemos considerarnos unos cocineros con muchísima suerte. Ya con los ingredientes dispuestos comenzamos a preparar la mezcla: batimos suavemente a Pablo Neruda y Mario Benedetti. De a poco agregamos a Isabel Allende, Marta Nos y Ángeles Mastreta para lograr el equilibrio en la intensidad. Mientras en otro recipiente doramos cuentos de Silvina Ocampo, Ana Maria Shua, Jorge Edwars, Almudena Grandes, Angélica Gorodischer y Rosa Montero. Ponemos todo en un solo ejemplar bien ilustrado y con una bonita encuadernación. Para que nadie se de cuenta de que estamos compilando cosas ya publicadas (equivale a cocinar con lo que quedaba en la heladera) agregamos un toque fresco, un ingrediente secreto, en este caso un joven escritor (co-fundador de la pequeña editorial Tamarisco, ganador con este cuento del premio Knorr 2006- 2007) llamado Hernán Vanoli. Por último y para decorar el plato ponemos un prólogo de Martín Caparrós y condimentamos a gusto.
Sobre gustos no hay había nada escrito. Comer con los ojos, historias que alimentan el alma es un buen punto para empezar a derribar este mal fundamentado mito.
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