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Mientras Lou Reed me arenga a que camine por el lado salvaje, estoy más que doméstico esperando la navidad. Para salvaje ya está mi gata, que tras meterse en todos los recovecos de la casa y masticar mis nudillos, ahora descansa en el patio.

Rara esta navidad. Hace un par de horas me llamó mi vieja para ver cómo estaba. Hoy la estoy pasando solo, porque entro a laburar al boliche a las dos de la matina. -“Me siento algo tristón porque es lo que correspondería”-, le cuento a mi mamá. –“Pero en realidad, esta fecha me da por las pelotas”.- Es así que tomando mate amargo a las ocho de la noche mientras miro para afuera, espero la navidad, como quien espera lo inevitable. No se puede zafar de la navidad. Ni yo acá solo voy a dejar de escuchar la pirotecnia y algún que otro grito perdido en el éter.

Quizá más tarde caiga Ricardo a esperar se haga la hora de entrar a El Riel a laburar. Por suerte hace un rato pasó José a hacerme el aguante. A él tampoco le va mucho esto de la navidad. Cada quince minutos lo llamaba la vieja al celular para preguntarle si ya iba, que ya estaban todos en lo del tío, y esas cosas que dicen las madres que se ponen histéricas en estas fechas.

Le quedó lindo el celular a José. Tenía el teclado hecho bosta, le faltaba el ocho. Ahora le compró una carcasa nueva toda transparente. Si Robocop usase un Nokia 1100, sin dudas le pondría esa carcasa.

Pasen por acá para leer el post completo en el blog de mi amigo Marbot.

El tema es Brothers In Arms de Dire Straits